<p><strong>»Sí, juro»</strong>. A <strong>Daniel Noboa</strong> le han impuesto la banda presidencial este sábado en la Asamblea Nacional de Quito para su segundo mandato tras citar sólo dos palabras, una nueva prueba de su estilo minimalista. No hubo salutaciones a ningún dios ni tampoco promesas imposibles a su pueblo. </p>
El Gobierno enfrenta los próximos cuatro años con una mayoría parlamentaria, en las antípodas del caos y la fragmentación sufridos por las anteriores administraciones
«Sí, juro». A Daniel Noboa le han impuesto la banda presidencial este sábado en la Asamblea Nacional de Quito para su segundo mandato tras citar sólo dos palabras, una nueva prueba de su estilo minimalista. No hubo salutaciones a ningún dios ni tampoco promesas imposibles a su pueblo.
Dos palabras que preceden a una nueva legislatura de cuatro años en la que Noboa, además de hablar poco, una bendición para los periodistas locales, pretende hacer mucho: transformar Ecuador.
«Hay momentos en la historia de un país que marcan un antes y un después. Hoy es uno de esos días, para hablar con la verdad y la convicción de que lo que está por venir nos pertenece a todos«, ha adelantado Noboa, apasionado como pocas veces y que saludó al equipo con el pretende cambiar a su país.
Noboa estará acompañado de la vicepresidenta María José Pinto (39 años), elegida a conciencia tras el desastre de su primer binomio. «Qué alivio tener una patriota al lado», se ha despachado el presidente, ataviado con una corbata morada, el color de su Alianza Democrática Nacional (ADN), partido creado por él mismo y convertido hoy en la gran fuerza del país.
«Esa es la esencia del Nuevo Ecuador. Nunca fue una campaña; es una forma de gobernar: firme contra el crimen, justo con su gente, visible con sus obras. Esta guerra por el alma del país es nuestra. Esta victoria es del pueblo, ustedes son mi fuerza y mi motor. Quienes antes fueron olvidados hicieron definitiva esta victoria», ha añadido el mandatario, quien ha cogido carrerilla para esbozar en pocos minutos los principales objetivos de su agenda presidencial, que no olvida la guerra contra las mafias. «Este país no les pertenece», insistió Noboa, que también recordó a las fuerzas militares y policiales que luchan contra los narcos, a quienes aseguró que no les abandonará en la pelea. «No habrá tregua contra la delincuencia», sentenció.
Varios anillos de seguridad y el despliegue militar y policial protegieron la segunda toma de posesión de Daniel Noboa (37 años), el presidente más joven de las Américas. No han transcurrido dos años de su primera juramentación, pero muchas cosas han cambiado desde entonces.
La ovación dispensada por parlamentarios e invitados constató el nuevo mapa político forjado por el hijo del magnate bananero Álvaro Noboa, tantas veces candidato sin corona. El Gobierno de Noboa enfrenta los próximos cuatro años con una mayoría parlamentaria, en las antípodas del caos y la fragmentación sufridos por las anteriores administraciones.
Sólo los presidentes vecinos de Colombia y Perú acompañaron al mandatario ecuatoriano, pero la presencia del colombiano Gustavo Petro echó por tierra la parodia que todavía mantiene el correísmo a costa de un fraude electoral inexistente y una especie de «tinta mágica» que habría cambiado la voluntad de los ecuatorianos. Cosas del realismo mágico regional.
La peruana Dina Boluarte necesitó la aprobación del Congreso para volar a Quito en medio de otra crisis marcada por la violencia y las denuncias de corrupción. En la Asamblea Nacional, junto a cancilleres y vicepresidentes de la región, también hicieron acto de presencia el secretario de Salud de EEUU, Robert Kennedy Jr, amigo de la familia Noboa, y la presidenta del Congreso español, Francina Armengol, llamada Franchesca una y otra vez.
Noboa ha llegado con sus niños pequeños y con su mujer, Lavinia Valbonesi, la influencer fitness, herramienta comunicativa fundamental en las dos campañas presidenciales ganadas por su marido.
«Es el inicio de una nueva etapa política de un país que quiere avanzar y no quedar atrapado en los errores del pasado. Ponerle hoy la banda presidencial no es un gesto ceremonial, es la reafirmación de un nuevo camino», enfatizó Niels Olsen (37 años), nuevo presidente de la Asamblea Nacional y antiguo ministro de Turismo en gobiernos del conservador Guillermo Lasso y del propio Noboa. Olsen es otro de los protagonistas políticos del cambio en el Ecuador.
El respaldo institucional vino precedido del fervor popular, que minutos antes se desplegó en la Plaza Grande, que da cobijo al Palacio presidencial de Carondelet. En apenas unos minutos, Noboa adelantó las líneas maestras de su plan de gobierno, que pasa por profundizar la guerra interna contra el narcotráfico en paralelo a mejorar las condiciones económicas de la gente. «Debemos gobernar junto al pueblo dando dignidad, paz y progreso a los olvidados por los otros gobiernos. Nuestro país sigue siendo atacado por las mafias, con violencia y con política violenta. Quieren reinar en el caos», apuntilló el mandatario en medio de la algarabía de los jóvenes presentes, beneficiados de uno de sus planes de gobierno.
¿Y el correísmo? Sus diputados decidieron no acudir al Parlamento en medio de la guerra interna que vive su movimiento. Su máximo líder, Rafael Correa, y la ex candidata fracasada, Luisa González, se empeñan en no pasar página de su fracaso electoral. Y lo hacen de espaldas no sólo a sus autoridades, que reconocieron desde el primer momento la victoria de Noboa, sino también a su aliado Petro, que en esta ocasión no llegó tarde como en 2023.
«No iremos a ver cómo un hombre, obsesionado con su imagen, encerrado en su narcisismo, sube al estrado que tan solo es su plataforma para elevarse en estatura y alimentar su ego», anunció la bancada opositora de la Revolución Ciudadana horas antes de la toma de posesión.
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